"Jehová estableció en los cielos su trono, y su reino domina sobre todos". | Leer: Salmo 103.19-22
El reconocimiento de que Dios es soberano provoca algunas preguntas sobre la naturaleza de la oración. Concretamente, muchas personas me han preguntado: "Si el Señor tiene el control, ¿por qué espera que oremos?"
La oración nos lleva a cooperar con lo que Dios ha resuelto llevar a cabo. Él desea involucrar a los creyentes en el trabajo que está haciendo, tanto en el mundo como en sus vidas. Pero la palabra "trabajo" es engañosa cuando se trata de nuestra fe. A diferencia del afán que vemos en el mundo, lo que Dios desea es que confiemos en Él (Jn 6.29), le entreguemos nuestras cargas, madure nuestra relación con Él, y le permitamos que obre a través de nosotros.
En Juan 17.11, Jesús le pidió a Dios que protegiera a los discípulos por el poder de su nombre. ¿Pensaba Él que podían perder su salvación o apartarse de su compromiso? Claro que no. Jesús era Dios en carne humana. Él sabía exactamente lo que iba a suceder, y cómo esos hombres darían a conocer el evangelio y permanecerían fieles hasta la muerte. Pero Jesús estaba involucrándose en el plan del Padre al interceder por ellos.
Dios, por supuesto, puede construir su reino sin nuestra ayuda. Pero orar y trabajar junto a nuestro Señor robustece nuestra fe en su poder.